lunes, 24 de agosto de 2009

Y el ganador es...

Juro que no morí.
Paul Mc Cartney





Este epígrafe está en el Mafalda nº 5 en donde Quino cita la respuesta del carilindo de los Fab four ante la versión que se había echado a correr de que había muerto y había sido reemplazado por un doble. Las pruebas estaban en que en la contratapa del “Sgt, Peppers” era el único de los cuatro flequilludos que aparecía de espaldas y que la portada de “Abbey Road” simbolizaba una especie de cortejo fúnebre en donde Lennon cruzaba la calle con traje blanco de sacerdote, Starr lo seguía vestido de negro en su papel de empresario de pompas fúnebres, atrás venía el supuesto doble descalzo de McCartney y, al final, Harrison con vaqueros como un enterrador. Atrás, el escarabajo estacionado tenía una patente que decía “28 IF”, la edad de Paul si no hubiera muerto. Pero para mí este epígrafe es particularmente importante porque une dos obsesiones que me acompañan desde la niñez: Los Beatles y Mafalda. Ambos universos los descubrí en un lugar que –en su momento, y debido en gran parte a esos descubrimientos- se me antojaba el centro del universo: Nogoyá. Y más específicamente la casa de mis abuelos maternos.

Durante años, Mafalda y los Beatles eran dos caras de un mismo mundo que me transformaba, me transportaba; que me hacía pensar con su humor inteligente, que me embriagaba con su música. Los Beatles eran la banda de sonido de Mafalda, y ambas cosas las de mi niñez. Hoy, esa frase de Paul me resulta de lo más graciosa, una gemita de la acidez british. Pero esa es una lectura más de adulto, más racional. Y por lo tanto más aburrida. En fin, los Beatles y Mafalda como un contínuom que se sintetiza en ese epígrafe... una especie de aleph de mi niñez.



Maxi

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